
Definitivamente ser calvo no mola. La gente tiene pelo y tú no. La gente se peina y tú no. La gente puede emular a Brian May y tú te preguntas: ¿y para qué cojones querría yo emular a Brian May?
Pero no mola. Por ejemplo: desde que pusieron mi careto en este blog, no pocas gentes de bien han preguntado qué huevos hace un calvo escribiendo sobre rock. Con toda la razón. Quéjense, es intolerable: ¿qué podría saber un calvo de rock?
Tal vez los Beatles y la basura de revolución pop, ese enorme negocio, tengan la culpa. Al final se trata de vender el mismo perro con distinto collar, y no hay collar más fácil de cambiar que un flequillo. Además, los fans tal vez no puedan cantar y tocar como su ídolo, pero sí copiar su peinado. Viva.
Así, el desfile peluqueril ha sido paralelo al de etiquetas, movimientos, estilos y consiguientes dineros: el peludismo beat dio paso a los cazos mod, el melenismo glam a los holocaustos capilares ochenteros, los punkies se lo cortaban a trasquilones, los hippies dejaban que bajara hasta el culo, y bla bla bla bla.
La puesta en escena del rock jamás ha dejado de lado la vertiente capilar. Incluso en las crónicas más supuestamente serias no suele faltar alguna pincelada sobre el tema. Hay que hacer caja con lo que sea, y el rock way of life exige militancia velluda sí o sí. Los teenagers son el obvio objetivo en esta guerra. Último ejemplo: los pelucones de Tokio Hotel y etc.
La pereza me embarga. Pensaba hacer un minihistórico del vínculo pelo-rock, pero voy a pasar. Aunque, obviamente, no se puede dejar de mencionar el hair rock de los 80, con cardados dignos de un Eiffel puesto de lsd. ¿Quién no recuerda a Joey Tempest en aquellos dramáticos años?
Cuando yo no era calvo, época que casi no recuerdo, mi pelo tenía la absurda tendencia de la raya al medio, cosa que me ponía de los nervios. Cuando comenzó a abandonarme, con 20 años, no me hizo gracia. Ahora la verdad es que el tema me la sopla... Pero no puedo mentir. En algún rincón de mí, tal vez apenas unos milimetros bajo mi cuero cabelludo, sé que, definitivamente, ser calvo no mola.
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